Me encanta la asertividad. Es una de las habilidades más valiosas que se pueden tener. Y además cumple una función terapéutica vital.

Pero antes de entrar en más detalles vamos definir qué es la asertividad. 

Hay muchas definiciones y casi todas acertadas. Me gusta definirla como «una forma de darle valor a tu manera de comunicarte», «la capacidad para defender nuestras necesidades con respeto», y también «saber expresarnos sin miedo, con educación y poniendo límites». 

Con todo esto, más lo que encuentres en Google ya tendrás una clara idea de lo que es la asertividad, pero si aun tienes dudas te lo resumo en una frase: Tener personalidad. 

Seguro que habrá personas que no estén de acuerdo con esta última afirmación y dirán que la personalidad es mucho más que eso, y no les faltaría razón, pero cuando decimos de manera coloquial que una persona tiene personalidad o carácter nos referimos siempre a personas asertivas. 

¿Cuál es el valor terapéutico de la asertividad? Darte valor y poner límites. Esas dos funciones que son necesarias para el respeto hacia uno mismo se ven altamente potenciadas con la asertividad. ​

Y esto se consigue porque cada vez que defiendes tus ideas o pensamientos con educación y sin hostilidad, te das valor  y haces que los demás te vean como una persona que se respeta. Y esto es algo que se valora muy positivamente. 

Todos conocemos a alguien sin criterio propio y que jamás expresa sus propias opiniones, que solo hace suyas las de los demás y en función de quien esté.  ¿Por qué son así? 

Posiblemente tengan tanto miedo al rechazo o hayan sufrido tantas críticas que la manera de protegerse es guardarse sus pensamientos y sumarse a la marea colectiva, pero esto aunque cumple la función de protegerse, hace que no se den valor y cada vez sientan mayor inseguridad a la hora de expresar sus verdaderas opiniones. 

Ten en cuenta que la asertividad es principalmente para ti. Da igual si el resto acepta nuestras ideas o las comparte. ¡Por supuesto que habrá personas que no opinen lo mismo que nosotros! Pero te respetarás por haber defendido tus ideas y el resto te respetarán por esa misma razón. 

La mayoría de los líderes sufren constantes confrontamientos por sus ideas pero son se les valora por defenderlas. Y esa es la clave: Defender aquello en lo que crees con educación, con respeto y sin hostilidad. 

Al final todos podemos equivocarnos y también tenemos derecho a cambiar de idea (flexibilidad psicológica) pero con asertividad también se puede rectificar, y llegado el caso, pedir disculpas. Siempre seguirá siendo mejor que reprimir tus pensamientos. 

Manuel Hernández

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